En Sagarpa, ojos que no ven; secretario que no siente

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Empieza el año, 2016 para ser preciso, con cabañuelas atípicas que dejan ver, gracias al cambio climático, un año seco y esto para el campo se traduce en tragedia. Valga que los signos mientan y sea simple elucidación mundana. Aunque hay hechos que son como son y no hay erratas en su visión.

Y es que llega al teclado un comunicado fresco de la Sagarpa, ni más, ni menos, que el mensaje de bienvenida al 2016 del secretario de Agricultura José Calzada Rovirosa, que lo acompaña con una reflexión ya antes vista; un lugar común: “cerramos el 2015 bien, con números históricos que reivindican la labor de la Secretaría y de millones de personas que trabajan en el campo mexicano”.

Este año es de retos y oportunidades, con problemas que enfrentar, dice el funcionario, y considera que en la dependencia podrán sortear las circunstancias y convertirlas en oportunidades, siempre anteponiendo el bienestar de los campesinos.

Se emociona, se dice en el comunicado, por el privilegio de que el presidente Peña Nieto lo nombrara al frente de la secretaría de la que depende la alimentación de los mexicanos y el 23.7% de la población del país, algo así como 30 millones de seres humanos, cuya actividad fundamental es agropecuaria.

Ese porcentaje corresponde en 80% a productores de medianos y bajos recursos, a quienes los apoyos que destina el gobierno en los programas clientelares, significan la diferencia entre poder hacer y quedarse en la inopia.

Seguramente el secretario desconoce cómo y sí aterrizan los recursos destinados a esos apoyos. Ni que fuera Dios para verificar el padrón de más de cuatro millones de beneficiarios. Pero para eso el 20% del presupuesto del sector se destina a gastos de operación, es decir, al personal que debe estar al tanto de esto.

Y es aquí donde entra al escenario el viejo refrán que reza: “tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata”: entremos en materia.

Hace semanas, el secretario Calzada dijo algo así como que hoy día hay para todos, refiriéndose a los apoyos económicos del gobierno, sólo se debe ingresar a alguno de los programas gubernamentales.

Innovación para el Desarrollo Tecnológico Aplicado (IDETEC), es uno de éstos y cuyo objetivo queda claro en su nombre, con la virtud de estar diseñado para llegar a los productores de bajos ingresos, de los que por esta razón han sido clasificados como micro y que obviamente no cuentan con sumas lo suficientemente grandes para invertir.

Es por ello que a través del IDETEC los campesinos pueden innovar al hacerse de tecnología y maquinaria a mitad del precio que tiene en el mercado. Por eso se emociona el secretario Rovirosa en dirigir una dependencia que puede hacer posible esto.

Pero en Veracruz, el resto del país está pendiente de averiguación, el programa de innovación tecnológica es botín de mercaderes medievales, que usurpan la mitad de los recursos destinados a la entrega de maquinaria para productores de bajos ingresos.

Y lo hacen con la impunidad y soberbia de los coludidos: los que matan la vaca y los que le agarran la pata. La documentación que atestigua este hecho corresponde al distribuidor autorizado de John Deere, Tractores Rivera S.A.P.I. de C.V., con domicilio en Nautla 288, colonia Manantial, Poza Rica, Veracruz.

En ese lugar, en días pasados, se realizó un acto solemne para hacer entrega a los campesinos de la región la maquinaria contratada casi un año antes mediante el IDETEC.

Para abreviar tiempo, ya que el presidente de la República y el secretario no podrían asistir, los directivos de la distribuidora de tractores, ante las autoridades locales de la Sagarpa, hicieron firmar a los campesinos los papeles de entrega-recepción de las máquinas contratadas, sin que pudieran verificar la autenticidad de lo que los productores estaban recibiendo.

Hasta ahí todo bien. Después todo mal. El productor contrató (compró mediante el IDETEC) una picadora de forraje modelo TP2000, con motor a gasolina (Honda GX390) de 13 caballos de fuerza, con una producción de dos toneladas de molienda por hora, a un precio de 15,000 pesos, para lo cual pagó, de acuerdo al programa, la mitad (7,500 pesos). La otra mitad la aporta el gobierno Federal con los impuestos que todos pagamos.

Pero vaya sorpresa, la picadora de forraje entregada al productor es de la misma marca (FUMASA), pero con un motor a gasolina con potencia de 5.5 caballos de fuerza, el Honda GX160, con capacidad de molienda de 800 kilos por hora y cuyo costo aproximado es de 7,500 pesos. Pero, además, las voces de expertos en este tipo de maquinaria afirman que la trituradora sólo funciona con un motor de 13 caballos, el de menor capacidad no le sirve.

Y los distribuidores ya no escuchan reclamos, ni valen aclaraciones.

¿Tendríamos que ser doctos en derecho para ver en esto un acto de fraude al productor y al gobierno Federal? Es decir, un delito que a todas luces involucra a empresarios y autoridades de Sagarpa. Porque de lo contario en la secretaría pensarán que los ciudadanos de a pie nos chupamos el dedo ¿Así es como quieren sacar al campo del rezago histórico? Lo dicho, tanto peca el mata la vaca, como el que le agarra la pata.

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