Rezagados en la globalización

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Por José Ángel Gurría*  ⁄ FOTO: OCDE

Minnesota, EEUU.- Con  Bill Frenzel, comparto una firme creencia en el libre comercio. Ambos contribuimos a configurar el actual sistema de comercio internacional, al representar a nuestros países en diferentes organizaciones de comercio;[i] ambos ayudamos a promover el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN); compartimos la pasión por el servicio público y, lo más importante, por la cooperación internacional. Así que siento que estoy en el lugar correcto.

El hecho de compartir este galardón (Premio Defensor del Libre Comercio Bill Frenzel, 2017) con mi amigo Bob Zoellick, me llena de orgullo y satisfacción. Economista, abogado, diplomático, negociador comercial, banquero mundial, solucionador de problemas y una de las razones por las que fui electo para desempeñar este trabajo. ¡Un verdadero gigante! Estar rodeados por personas que se enorgullecen de ser amigas del comercio es también alentador. Especialmente el día de hoy, cuando presenciamos un nuevo análisis fundamental no solo de la política comercial, sino del sistema internacional abierto y basado en normas que hasta ahora hemos dado por sentado.

La globalización está dejando a muchos detrás

Debemos empezar por reconocer que mucha gente está insatisfecha. Y con toda razón. Como secuela de la crisis, la vida de muchas personas no ha mejorado. Les preocupa que la vida de sus hijos no será mejor que la de ellos. Creen que el sistema no funciona para ellos, sienten que es injusto; y cada vez hay más pruebas de que muchos de ellos realmente pueden estar en lo cierto.

Debemos tomar esas preocupaciones en serio y hacerlas nuestras.

La OCDE ha tratado de hacer justo eso:

Denunciamos la trampa del bajo crecimiento donde se encuentra hoy la economía mundial, lo que puede poner en riesgo las promesas que hicimos a los trabajadores de hoy, los jubilados del mañana y la próxima generación. No es una tarea sencilla ser profesionalmente optimistas, cuando todo el mundo está enojado.

Hemos demostrado que, aunque a algunos les va muy bien, muchos están quedándose rezagados.

Advertimos sobre un creciente diferencial de productividad entre las empresas más productivas en las industrias de dos dígitos y el resto; lo que también significa una disparidad en sueldos y oportunidades para nuestros trabajadores.

Documentamos cómo el mundo está aprisionado en una especie de Triángulo de las Bermudas de desigualdad (de ingresos, salud y oportunidades). En los países de la OCDE, el 10% más rico de la población ahora gana, en promedio, alrededor de diez veces más que el 10% más pobre. Hace una generación, eran siete veces.

Y demostramos que la calidad de vida no ha mejorado para la mayoría. De hecho, la vida incluso se está acortando para algunos: en Estados Unidos, la esperanza de vida en realidad está disminuyendo. Para muchos, el sueño americano sigue siendo eso: un sueño. Cada vez se dificulta más avanzar en el mundo en las finanzas, la educación o en otras esferas; sobre todo si se pertenece a la clase baja o incluso a la clase media.

La digitalización es una clase de “globalización con esteroides” está causando más angustia: en promedio, en los países, el 9% de los puestos de trabajo corren el riesgo de ser automatizados, mientras que para un 25% adicional de la población activa, la mitad de las tareas cambiarán considerablemente a causa de la automatización. Éstas son fuentes de creciente preocupación, ya que muchos trabajadores que perdieron su empleo en la manufactura siguen desempleados o están desplazándose a puestos laborales con sueldos más bajos y menos seguridad.

El comercio debe mejorar la vida de las personas

Entonces, ¿por qué la OCDE abre los mercados de nuevo? Porque podemos probar que cuando las fronteras se cierran y los países se aíslan, las sociedades se vuelven menos seguras, menos prósperas, menos justas y menos libres. Las economías abiertas crecen más rápido que las cerradas. Entre más comercie un país, más se difunden las ideas y la tecnología; los trabajadores rinden más, y una mayor productividad genera mejores salarios. ¡Finalmente más comercio significa más de trabajos!

La OCDE no defiende el comercio por el comercio, sino como una forma de mejorar la vida de las personas. El comercio ha ayudado a reducir la pobreza, crear nuevos mercados y oportunidades tanto en los países en desarrollo como en los de la OCDE. Esto es decisivo. Más prosperidad y oportunidad en el extranjero también significa mayor seguridad interna. ¡El comercio es oportunidad! ¡El comercio aumentará la estabilidad!

El proteccionismo daña a los que se supone protege. El comercio entrega productos y servicios asequibles que sustentan el bienestar diario. Ofrece a las personas la libertad de elegir. Cuando se gravan las importaciones, los costos aumentan para todos, pero afecta más a aquellos que menos pueden permitírselo.

Nos dicen que las exportaciones son buenas y las importaciones malas, que uno gana al tener menos importaciones. Pero el comercio es más como una carrera de relevos, América del Norte es un ejemplo elocuente. Los trabajadores de tecnología de Estados Unidos pueden empezar un producto, los trabajadores mexicanos pueden llevarlo adelante, los trabajadores canadienses pueden agregar valor; y Estados Unidos puede acabarlo y venderlo. No importa quien lleve la batuta cuando el producto cruce la línea final, todos ganan juntos.

Estas cadenas de valor mundiales significan que nuestras economías ahora están más interconectadas que nunca antes. Casi dos terceras partes del comercio mundial corresponden a insumos intermedios que se importan y utilizan para fabricar otros productos, incluso para exportación.[ii] Aumentar los aranceles es darse un balazo en el pie, porque sacará del negocio a las empresas pequeñas y medianas, y alentará a las grandes compañías a mandar más empleos al extranjero; porque aunque se cierre el comercio, la tecnología seguirá definiendo qué empleos subsisten, cuáles desaparecen y cómo se realizan los que permanecen.

El camino por delante

Entonces, ¿qué hacemos? Es momento de pasar del juego defensivo en el comercio al ofensivo en un sinfín de otras políticas que hagan que el sistema funcione para todos. Debemos avanzar hacia un aprendizaje y adquisición de habilidades continuos. Avanzar hacia la infraestructura. Avanzar hacia nuevas oportunidades para las regiones más afectadas. Avanzar hacia la era digital tanto en las grandes compañías como en las PYMES para aumentar la productividad.

Todos conocemos los principios básicos de la competitividad comercial: políticas internas que fomenten la oportunidad, la innovación y la competencia.

Debemos facilitarlo más para las pequeñas y medianas empresas. Reducir los aranceles, abaratar el comercio. Eliminar las barreras a los servicios que aumentan los costos para todos los sectores. Regular con eficiencia e imparcialidad para promover la competencia. Mantener fluyendo el crédito. Y recuerden, nada funciona sin el estado de derecho. [iii]

Pero la política comercial tampoco puede arreglar todo por su cuenta, y debemos dejar de fingir que sí puede. Infraestructura digital, como la banda ancha, para conectarlos con nuevas oportunidades.

El comercio perturba, ésa es una forma en que opera. Pero necesitamos asegurar que las desventajas temporales que puedan aumentar el desempleo al 50 por ciento, o al 100 por ciento, en una sola familia, no se vuelvan permanentes para los padres, para los hijos.

Eso significa tener programas adecuados para apoyar a las personas a encontrar un nuevo empleo. Significa sistemas de protección social que ayuden a las personas a recuperarse y evitar penurias duraderas.

También significa ser previsor. El trabajo está cambiando, y también deben hacerlo los mercados laborales y los sistemas de protección social. En la OCDE, estamos examinando de nuevo el conjunto de herramientas para ayudar a los gobiernos a estar mejor preparados. En solo dos semanas, la OCDE publicará Skills Outlook, sobre cómo equipar a todos para conseguir y conservar buenos empleos en un mundo de cadenas de suministro globales.

Pero la inclusión también es empoderamiento y voz. Necesitamos hacer que la formulación de políticas comerciales sea más abierta.

No todos pueden estar en una sala de negociaciones y no siempre estaremos de acuerdo, pero el diálogo puede ayudar a identificar nuevas soluciones. Las personas deben poder debatir y entender las ventajas y desventajas.

El contexto importa, la geografía también. Necesitamos trabajar a nivel local, interactuar con las personas allí donde viven. Necesitamos reconectar el comercio con la experiencia cotidiana.

Pero también debemos hacer que el sistema internacional funcione mejor, utilizar el arsenal completo de herramientas disponibles. A veces eso significa reglas, a veces normas voluntarias; otras ocasiones, diálogo y transparencia. Pero desde el comercio a los impuestos, el trabajo, hasta el medio ambiente, necesitamos la cooperación económica internacional para hacer que el sistema sea libre, justo y abierto. Estamos hablando de libre y justo comercio, esto significa decir no al proteccionismo, a los subsidios ni a la manipulación de divisas. Pero debemos asegurarnos de hacer el diagnóstico correcto, para que no confundamos al enemigo y acabemos luchando la batalla equivocada, sin abordar las verdaderas causas de la falta de productividad y competitividad.

Debemos enmendar las normas donde haya lagunas y asuntos pendientes, como lo hacemos en la agricultura, la competencia, las inversiones y los servicios. Debemos reforzar las políticas que hagan al sistema más justo, como las referentes a impuestos y conducta empresarial responsable.

Todos deben acatar las normas. Debemos ser serios en cuanto a aplicar, supervisar y hacer cumplir lo que acordemos.

Queridos amigos:

Pronto, los Vikingos de Minnesota elegirán a nuevos jugadores en la Liga Nacional de Fútbol Americano. En este ritual estadounidense, el equipo de menor rango es el primero que elige, el equipo puntero es el último. Esto no es altruismo. Los funcionarios inteligentes del fútbol americano entienden que si los equipos inferiores no tienen una ventaja, y los punteros siguen siendo imbatibles, los aficionados perderán la confianza en que su equipo pueda ganar y renunciarán al juego. Así que el sistema vuelve a equilibrarse en aras de la equidad, cada año.

Nosotros necesitamos hacer lo mismo. No debemos dar marcha atrás en lo que sabemos es correcto: un sistema de comercio incluyente, libre, justo, abierto, basado en reglas, que funcione mejor para más personas.

Pero solo las políticas domésticas e internacionales realmente integradas, que privilegien la oportunidad y el bienestar como meta final, pueden coadyuvar a que el comercio logre lo que el liderazgo que nuestros fundadores propusieron cuando crearon el sistema económico y de comercio internacional moderno después de una sangrienta guerra: propiciar una mejor vida para todos.

* Secretario General de la OCDE

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